viernes, 2 de mayo de 2008

Camino sin Retorno

Lola salió de su casa como lo hacia todas las noches, exactamente a las seis, en busca de aventura de bar en bar; era un joven muy hermosa, tenía un rostro angelical, unos ojos azules y un cabello sedoso color negro, que resaltaba su figura perfecta. Esa noche en especial su belleza era absoluta, vestía un traje negro al cuerpo, un collar de plata, zapatos altos del mismo tono. Como era usual, cada paso de aquella dama nocturna fue inundado por las galanterías de los hombres de la calle.


Aunque Lola en el día era un joven muy recatada y sencilla, en la noche mostraba que cualquier mujer puede cautivar a un hombre; esa noche, se encontró con Pablo, un joven que vestía un traje gris a rayas, una camisa blanca, parecía que estaba cansado por el modo en que llevaba su corbata, pero eso no fue impedimento para que sus ojos verdes no cautivaran a Lola. Ella se acerco con dos martinies en la mano, y una sonrisa que iluminaba el lugar, ante tanta hermosura el joven quedo a sus pies, cosa que no era rara para Lola, que siempre había sabido usar su belleza para conseguir lo que quería.


Muchos hombres habían pasado por su vida pero solo uno había cautivado su corazón, ese hombre de traje gris que le mostró las estrellas con un beso, pero que ella no estaba dispuesta a aceptar. Por eso, esa noche en que conoció el amor en Pablo, Lola salió corriendo del bar, ella sentía que no podría renunciar a la vida que había llevado, pero a la vez nacía en su corazón una adicción por aquel elixir, aquel beso que nunca se repitió.


Lola siguió con su vida, y afronto la posibilidad de no conocer el amor eterno, porque sabía que era la dueña de los sueños de muchos hombres, que nunca encontrarían en sus esposas o en sus novias el fuego que había en ella. Esta hermosa joven siempre logro cautivar el corazón de todo aquel que se parara frente a ella, incluso cuando andaba con su vestido verde en el parque, en busca de trabajo para mantener su vida secreta. Muchos hombre y mujeres veían en Lola a una joven tranquila, sensata y soñadora que merecía lo mejor que ellos le pudieran ofrecer, por eso cuando llegaba al parque siempre encontraba en que ocupar su día.


Cada mañana desde que ella había conocido a aquel joven, se veía perturbada por sueños que no la dejaba descansar. Sueños donde se encontraba que él era el padre de sus hijos, o que él la observaba desde la calle cada mañana, pero su sueño favorito era que Pablo una noche mientras ella se diría a un bar la raptaba y la llevaba a su apartamento y la volvía a besar, una y otra vez; pero cuando despertaba y se percataba de sus sentimientos, siempre decía: "Sueños entupidos, malditos sueños". Y cada día se decidía a no volver a pensar en Pablo y seguir con su vida como lo había hecho siempre, solo que en ocasiones su corazón le fallaba y la hacía soñar con aquel joven de nuevo.


Lola creía que había cosas más importantes, como disfrutar la vida y conocer las dulzuras de la pasión, antes de que su belleza se marchitara como una rosa en julio. Pero desde que conoció a ese hombre, esa noche de enero en el bar “Tortolos”, su mente le empezó a jugar malas pasadas. En ocasiones veía a Pablo en la esquina de su casa, o en el parque al que solía ir a vender diarios o repartir volantes.


Los padre de Lola nunca estuvieron con ella, ellos se la pasaban viajando y aunque ella no necesitaba dinero para ninguno de sus gastos. Lola trabajaba porque creía que ese dinero, que era resultado de su esfuerzo, era la mejor forma de satisfacer sus deseos sin depender de sus padres.


Lola era una joven muy trabajadora, en ocasiones trabajaba vendiendo periódicos o dependiendo de la situación, ella estaría en el parque repartiendo volantes, o en un restaurante cercano atendiendo las mesas. Lola disfrutaba del contacto con las personas, y ellas se deleitaban de su compañía, por eso nunca tuvo un día en el que no trabajara.


Uno de esos días en los que lola salía de su casa en busca de trabajo se encontró de nuevo con pablo, ella no podía creer que el amor de su vida había vuelva a aparecer. El dolor, el amor, la esperanza y la ilusión aparecieron ele el corazón de la joven, que nunca espero volverá ver a su amado.


Pablo se ac4ercoa lola y la saludo con sus ojos llenos de luz, esos ojos que cautivaron a lo la aquella noche. Lola quiso salir corriendo pero aquel joven la detuvo, con una frase que le llego al corazón. Pablo le dijo: “Lola, por fin te encuentro, te he estado buscando”. Con esas palabras, el joven logro que su amada no se marchara de nuevo. Pablo alago la forma en que vestía y la invito a tomar un café.

-Lola: ¿porque me estabas buscando?

-Pablo: Te puede sonar estúpido, pero desde que te conocí no ha podido pensar en nada más que en volverte a ver. Te he buscado0 por toda la ciudad, he ido todos lo día la bar donde nos concinos, y hoy vine a este parque a visitar a una tía, nunca creí encontrarte. Estaba seguro de que no vivías aquí.

-Lola: Fue bueno verte pero me tengo que ir.

-Pablo: No, no te vayas, por favor.

Así empezó la conversación mas larga que Lola había tenido con un hombre en toda su vida; pablo le conto de su trabajo, de sus pasatiempo y de sus sueños. Aunque Lola se negaba a creer lo que sucedía, no puedo evitar corresponder a Pablo, y el amor que le profesaba.

Los jóvenes estuvieron hablando en el café “Las dulzuras” por varias horas. Lola, al notar que había pasado tanto tiempo, y de que eran las seis de la tarde, trato de salir del café, pero Pablo, que mostraba una felicidad inmensa por haberla encontrado, no lo permitió, y la llevo a su casa, haciéndole prometer que se verían al siguiente día en el mismo café.

Ese fue la primera noche que Lola fallo a una cita con la aventura, y también fue el primer día que disfruto de ser una joven normal, y de tener con quien compartir sus sueños y su vida. Los días siguientes al encuentro, los amantes disfrutaron de la compañía del otro, y vivieron una aventura, aun mejor que las “aventurillas” a las que Lola estaba acostumbrada.

Los jóvenes pasearon por toda la ciudad tomados de la mano, y Pablo logró que Lola renunciara a la vida que llevaba, para ser felices juntos, en un mundo nuevo para ella, el amor.

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